lunes, 20 de diciembre de 2010

Estupideces del amor, o de lo que se le parece mucho.

Pasa que me harté. 


O sea, ¿de verdad me van a corresponder cuando tenga 60 años y ya no pueda ir a la playa y correr sin que me falte el aire? ¿Hasta cuando esta sensación en el pecho de "no soy buena para nadie" va a estar? No quiero caer en autocompasión, pero estoy molesta, confundida y dolida. 


Ayer, vi a Mario. Últimamente estoy sabiendo mucho de él porque lo tengo entre mis contactos de BB y cuando actualizo algo, me hablaba. Digo en pasado porque casi ya no lo hace. Como sea, hace 2 días me dijo para ir al cine, comer sushi y salir con otra gente. Yo bien, emocionada, aunque no fuéramos solos ni en plan de cita. Algo es algo, no? Algo, lo que sea, así sea migajas, es mejor que nada, no? 


Bien. Fui con otras personas al lugar de encuentro. Él estaba con otra chica esperándonos ahí. No sé si eran algo, pero me dolió. ¿¿¿O sea, hasta cuando??? Al final, terminamos en casa de mi primo, viendo una mala película. Me ignoró prácticamente todo la noche, ni me veía. 


Eso no hace mas que magullar mi ego, mi estima por mi misma... Y si hay algo en este mundo que odio, es eso. Que por un imbécil una deje de verse como es. Pero no lo puedo evitar, no dejo de preguntarme que de malo hay en mi que hace que no le guste a él. 


Me molesta, conmigo, con él. Es la segunda vez que le digo a alguien que me gusta y salgo rebotada, rebotadísima. Es la segunda vez que expongo mis sentimientos y los dejan así, sin siquiera verlos. Estoy harta de quedarme yo, entre mis manos extendidas, y esperar, y esperar.


No quiero seguir sintiéndome así.
No quiero quererlo.
No quiero pensarlo. 
Quiero olvidarlo. 


¿Pero como hago? Cada vez que creo estar mejor, aparece, y me vuelvo blanda como una gelatina. Hace que me sienta mal, hace que me confunda. 


Quiero, por una puta vez, querer a alguien que me corresponda. 


Querer a alguien, a veces, simplemente APESTA. Porque cuando quieres, es como darle el control remoto de tus emociones, es como decir "te quiero, por eso, y aunque no lo quiera, puedes hacer con mis sentimientos lo que te venga en gana". Y yo no soy así, yo no me dejo pisar por hombres....


Pero él... El ha sido una maldición. No dejo de pensarlo, y de pensar "qué hubiera pasado si...". Y es estúpido, porque estoy segura que se acuerda de mi sólo cuando me tiene que saludar porque está con mi primo. Es estúpido, e ilógico. 



Pero soy así a veces, estúpida e ilógica. 


Asssssshhhhhhhhh!!!!!!! Odio estar así. 

sábado, 4 de diciembre de 2010

Mi papá, Mowgli.


Siempre me ha gustado pensar que mi papá es una especie de Mowgli moderno. Mis papás, son veterinarios, así que desde que tengo uso de razón, en mi casa hemos tenido toda clase de animales. Ok, no toda clase, pero hemos tenido peces, iguanas, tortugas, aves, perros, gatos, hamsters, e incluso tuve una vez un búho bebé que se había caído de su nido. Y desde siempre he sabido que mi papá tiene algo… un no-sé-qué que hace que los animales lo quieran. No, lo quieran no, LO AMEN.

Es algo extraño y maravilloso, pero animal que llega a mi casa, animal que se rinde al encanto de mi progenitor. Les cuento los ejemplos.

Simón era un lorito cara sucia como este,
 que le regalaron a mi papá. A él siempre le han gustado las aves domésticas, pero a mi no porque prefiero verlas en el cielo y no en una triste jaula. Ajá, Simón, desde que llegó seguía a mi papá a donde quiera que éste fuera. Cuando mi papá llegaba del trabajo, el lorito trepaba por su pierna hasta su hombro y ahí le daba unos “besitos” en la oreja, o se la picaba con amor, como quieran llamarlo. Este loro, odiaba a mi mamá. En serio. La odiaba! Cuando mi mamá se acercaba a mi papá, el loro le volaba encima y la picaba. Era malo el pajarraco ese! A mi no me gustaba, no me quería a pesar que lo alimentaba, el muy ingrato. Simón un día voló muy alto y jamás regresó, snif.

Otro ejemplo, son otros loros, como este de la derecha.
Quisimos ser regionalistas y le pusimos Churú y Merú, como la caída de agua. Estos si eran unas bestias y no daban besitos. Se limitaban a picar todo lo que pasase por el límite de su jaula; fuese pan, papaya o dedos cariñosos. Eran malos! A mi nunca me gustaron tampoco. Sin embargo, estos animales reconocían la voz de mi papá cuando éste llegaba a casa porque empezaban a chillar como locos. Y a lo único que respondían era cuando mi señor padre los llamaba. A pesar de lo salvaje que eran, volaban dócilmente hasta las manos abiertas de mi Mowgli.

El último ejemplo, es Honey, nuestra Doberman miniatura, una cuchitura como esta (pero mil veces mas linda: Tiene ya 6 años, y me la regalaron a miiiiiii…  A la muy ingrata no le importó las noches que me desvelé dándole tetero, o cuando la acostaba a mi lado porque lloraba aún siendo una tierna cachorrita. Simplemente cuando conoció a mi papá, se olvidó de los demás. Ahora, parece la sombra de mi Mowgli. Cuando mi papá duerme en su cuarto por las tardes, ella hace lo mismo del otro lado de la puerta. Cuando mi papá está de viaje, se deprime. Emmmm, si, los perros se deprimen: no comen y duermen mucho, o se limitan a estar acostados sin hacer nada. Honey se ganó el amor de mis padres desde que llegó a mi casa.

Mi mamá, que nunca ha pasado de acariciarles la cabecita a los perros, abraza a Honey y hasta le habla como bebé. A mí nunca me habló así, snif.

Ahora, no sé quien enamoró a quien. Si mi papá a Honey, o ella a nosotros, porque la verdad nunca he querido a un animalito tanto como a ella. Es chiquita y negrita, y sus ojos enormes me dan risa. Cuando estás solo, te acompaña, a menos que esté mi papá en casa que ahí si no tiene ojos para nadie más. Ella no resiste que alguno este sentado o en la compu porque ahí mismo empieza a gemir para que la suban a la piernas. Y cuando me duele el vientre y me siento con la cabeza entre las manos, ella pone su pequeña cabecita en mis piernas y me mira con esas metras de ojos, como diciéndome que no estoy sola. Parecerá loco, pero creo que lo único que le falta es hablar. A Honey le gusta jugar con piedras, buscar ratones, morder huesos, y comer maní. El único truco que pudo aprender fue a sentarse, y se lo enseñé yo... Tampoco eso lo recuerda cuando está mi papá, la malagradecida.

Todos los animales que llegan a mi casa, terminan comiendo, literalmente de la palma de la mano de mi papá. Es como si su voz los calmara, como si fuese un encantador de animales. Es increíble! Ojala yo heredara eso, pero no. Por lo menos los perros no me odian… Los caballos si… pero esa es otra historia.

Todavía no entiendo como hay gente que maltrate a los animales, si estos no hacen más que darte cariño y compañía cuando tú le das un mínimo gesto de amor. Recuerdo que cuando nuestra perra se hacía pipí o de la 2, teníamos que darle con un periódico para asustarla. En realidad, sólo la medio tocábamos porque nunca tuvimos corazón para pegarle. Aún así, luego de regañarla, tú la llamabas y ella iba solícita, con el poco rabo entre las patas. Ya va, a ella no le llega el rabo a las patas.

Como sea, siendo los gatos y perros animales tan nobles, veo injusto, monstruoso, bárbaro, bajo, despreciable y desalmado que alguien los lastime. Ellos no se pueden defender. De hecho, todos nosotros deberíamos ser sus voceros y parar el maltrato hacia ellos. Ni hablar de otras especies que están en peligro de extinción.

Viendo el daño que le hacemos al planeta y a los seres que habitan él, no veo por ninguna parte lo que nos hace superiores a otras razas.

Empecé hablando de mi papá y terminé hablando de esto… Pero no me importa, nunca está demás defender tus ideales, no?


Besos a todos! Y gracias por los comentarios!