miércoles, 21 de marzo de 2012

Fuego Azul

El nombre de la entrada parece algo más profundo, pero ni por asomo lo es. Es el nombre de una canción que tengo bien pegada y ya. Es que no me gusta dejar las cosas sin nombre.

Cosa bien fastidiosa, porque resulta que hay cosas que simplemente no tienen nombre, ni explicación. Hay cosas que si le buscas el nombre y la explicación, se mueren sin haber nacido. Y no puedo hacer eso. No puedo simplemente poner mi mente en "piloto automático", y que pase lo que tenga que pasar.

No puedo. No vino en mi ADN.

Tengo que matar relaciones y sentimientos a fuerza de estudio y disección.

Si fuese hombre, quizás esto no pasaría. No pasaría porque son prácticos y no se enrollan (por lo que al final siempre terminamos enrolladas nosotras), y hacen lo que les tocó, y ya. Si fuese hombre, también orinaría parado.

Y si fuese hombre, sería el mas puto de todos... Dios sabe por qué no me dio un pene.


Siempre espero a que me pase algo fantástico, gracioso, o con alguna carga de sabiduría para escribirlo aquí... Pero no sé, o se me olvida o no encuentro cómo escribirla, así se va llenando este espacio de telarañas. Y luego dije: "Que importa, escribiré lo que sea. Todos saben que no sé escribir"... Y así fue como terminé dejando otro libro por la mitad, un dibujo sin comenzar, y el cuarto a medio limpiar.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Me jodió, y no de la buena forma

Al final, mi ex me visitó. Luego de asegurarle que no pasaría nada (nunca más pasó nada entre nosotros luego que rompimos), que estaríamos en calidad de amigos. Él tenía miedo de verme, pero no sé por qué. Así que le prometí una mañana de amigos normales: ver tv, comida, hablar.

-Nosotros nunca hemos sido amigos normales- me dijo una vez, y es cierto.

Todo transcurrió normal. Hice panquecas de cambur, casi no comí yo, él se comió dos. Y luego nos echamos a ver tv. Yp haciendo zapping, nerviosa, y él cansado porque no había dormido nada.

Basta decir que siempre mentí, y que mis intenciones nunca fueron buenas. Quería tenerlo, no me importaba ser la otra. Me excitaba el hecho que quisiera a su novia y le fuera infiel conmigo.

Lo llevé a mi cuarto, para que durmiera, y al final terminamos los dos echados, hablando. Cada vez más cerca, cada vez sin miedo a tocarnos, hasta que nos besamos, y bueno...

Y salir de ese cuarto, mi cuarto -y la estúpida cama que siempre me va a recordar a èl y su olor, y su tacto- fue como borrar lo que pasó. Su frialdad me dejó perpleja. Dijo que esa era la primera yla última vez que iba a pasar eso.

-No entiendes que quiero a mi novia, y que ella me importa- me dijo más tarde.

Y me provocó gritarle, patearle las bolas, y verlo rogar como una nena. Pendejo, estúpido. ¿Por qué no lo dijiste antes?

Yo pensé que aún me quería, y que si me tocaba y me besaba, era porque sentía cosas por mí, y no que lo hacía por hacerlo nomás.

Felicito a los que son así de fríos, deberían meterse a la política.

He llorado en estos dos días más de lo que he llorado en un año. Y todo por mi culpa, por creer que él sentía algo por mí, por creerme inolvidable e insuperable. Qué estúpida, orgullosa e insegura.

domingo, 19 de febrero de 2012

Me faltan los gatos

Me estoy volviendo la solterona, LA solterona. Así mismo, viendo películas de Julia Roberts comiendo chocolates, llorando, con una chaqueta de mi papá.

 Patética, les digo.

No es que me esté muriendo por tener un novio. Nunca he sido de esas chicas que están mal por no tener compañero/peoresnada/chofer. Siempre me he jactado de ser independiente, de no necesitar de nadie para seguir (excluyendo a mis papás, que me pagan mis estudios). Como sea.

Últimamente he añorado mucho eso. La complicidad, las gestos tiernos, la compañía, el sentirse protegido, los encuentros donde sólo domina la parte instintiva y primitiva del ser humano. Los labios contra labios, labios contra piel, piel contra piel, aliento contra piel.... Y todas esas cosas.

Anhelo mucho eso. Sobretodo la compañía de alguien con quien hablar de temas afines entre besos. Tal vez cocinar algo, una siesta obligatoria, leer algo de Allende recostada en su panza, hacerle cariñitos en la espalda, y molestarme porque me quita la sábana a veces.

Hablar de todo y nada mientras fumamos, su risa de niño. Sus ojos oscuros....

¿Y a quien quiero engañar?

Lo extraño a él, a mi ex. Quien está felizmente con otra, probablemente tirando como conejos. Ash, malditos.

He llegado al punto de pensar que cualquier relación me vendría bien.


Porque prefiero sentir cualquier cosa a no sentir. Porque no sentir es como estar muerta.